Apenas comenzaba una década histórica en el boxeo, la de los 80, y ya dos grandes peleadores, nos brindaron una de las mejores peleas que se haya visto. Fueron el panameño Roberto “Mano e Piedra” Durán y el hasta entonces invicto, Ray “Sugar” Leonard.
El combate es de los que más grande expectativa ha despertado en la afición. Razones había. Leonard, niño mimado del boxeo estadounidense, Medalla de Oro de los pesos Welter Jr en Montreal 76 e invicto en 27 peleas. Se enfrentaba al fajador latino, Roberto Durán, de Panamá, con 72 peleas, una sola derrota, con 57 nocauts.
Leonard venía de ejecutar una campaña admirable desde que saltó al profesionalismo. Había vencido hombres como Armando Muñiz, Floyd Mayweather Sr, Andy Price, Pete Ranzany, Randy Shields, Marcos Geraldo. Toda una pléyade de rivales, a cual más peligroso, a los que enfrentó gradualmente, buscando el momento adecuado para retar al Campeón del Consejo Mundial de Boxeo, el invicto boricua Wilfredo Benítez. El 30 de noviembre de 1979, en el Caesar´s Palace de Las Vegas, se miraron cara a cara los dos gladiadores que hasta ahora, desconocían la derrota.
El referee era el famoso filipino, Carlos Padilla Jr quien unos años atrás había sido árbitro de la famosa “Thriller de Manila” entre Muhammad Alí y Joe Frazier. El otro Campeón, reconocido por la AMB, era nada menos que el terrorífico noqueador mexicano Pipino Cuevas. Al sonar la campana en el Estadio Olímpico de Montreal, un silencio de muerte inundó el local. Durán y Leonard, uno frente al otro, se miraban tensos tratando de adivinar qué haría el otro para intentar golpearlo.
Durán fue el primero en buscar la acción. Atropellaba con intensidad e instinto asesino. Leonard parecía sorprendido por aquella agresividad. Ambos tenían short blanco y lucían cabello largo. Durán con su cabellera rebelde y oscura que le saltaba a cada movimiento brusco que hacía. Leonard con un “Afrito“ a la usanza de la época. A comienzos del segundo round se presentó un lance que muchos consideran vital en el combate.
Durán, siempre agresivo, lanzó su derecha que llegó a medias, pero su izquierda si pareció llegar con cierta fuerza y un poco más precisa a la mandíbula de Leonard, que mitad por el impulso del golpe que lo encontró mal parado y mitad por la efectividad del puño, trastabilló aparatosamente y se fue contra las cuerdas. Aquel primer momento de verdadera acción fue acompañado de un estallido de emoción por parte del público que apoyaba a Durán.
El combate es de los que más grande expectativa ha despertado en la afición. Razones había. Leonard, niño mimado del boxeo estadounidense, Medalla de Oro de los pesos Welter Jr en Montreal 76 e invicto en 27 peleas. Se enfrentaba al fajador latino, Roberto Durán, de Panamá, con 72 peleas, una sola derrota, con 57 nocauts.
Leonard venía de ejecutar una campaña admirable desde que saltó al profesionalismo. Había vencido hombres como Armando Muñiz, Floyd Mayweather Sr, Andy Price, Pete Ranzany, Randy Shields, Marcos Geraldo. Toda una pléyade de rivales, a cual más peligroso, a los que enfrentó gradualmente, buscando el momento adecuado para retar al Campeón del Consejo Mundial de Boxeo, el invicto boricua Wilfredo Benítez. El 30 de noviembre de 1979, en el Caesar´s Palace de Las Vegas, se miraron cara a cara los dos gladiadores que hasta ahora, desconocían la derrota.
El referee era el famoso filipino, Carlos Padilla Jr quien unos años atrás había sido árbitro de la famosa “Thriller de Manila” entre Muhammad Alí y Joe Frazier. El otro Campeón, reconocido por la AMB, era nada menos que el terrorífico noqueador mexicano Pipino Cuevas. Al sonar la campana en el Estadio Olímpico de Montreal, un silencio de muerte inundó el local. Durán y Leonard, uno frente al otro, se miraban tensos tratando de adivinar qué haría el otro para intentar golpearlo.
Durán fue el primero en buscar la acción. Atropellaba con intensidad e instinto asesino. Leonard parecía sorprendido por aquella agresividad. Ambos tenían short blanco y lucían cabello largo. Durán con su cabellera rebelde y oscura que le saltaba a cada movimiento brusco que hacía. Leonard con un “Afrito“ a la usanza de la época. A comienzos del segundo round se presentó un lance que muchos consideran vital en el combate.
Durán, siempre agresivo, lanzó su derecha que llegó a medias, pero su izquierda si pareció llegar con cierta fuerza y un poco más precisa a la mandíbula de Leonard, que mitad por el impulso del golpe que lo encontró mal parado y mitad por la efectividad del puño, trastabilló aparatosamente y se fue contra las cuerdas. Aquel primer momento de verdadera acción fue acompañado de un estallido de emoción por parte del público que apoyaba a Durán.
En el round 15 Durán aprovechó la euforia del público para hacer su show. Le mostró la mandíbula a Leonard y se la ofrecía en señal de superioridad. Bajó las manos y esquivó una seguidilla de golpes de Sugar Ray que se perdieron en el vacío. La campana final sorprendió a Durán inspirado en su Show para el público. El panameño se sentía ganador. Una euforia incontenible parecía invadirlo.
Rechazó de un manotón el saludo amistoso de Leonard y se acercó a las cuerdas para insultar a algunas personas del público que, aparentemente, lo adversaban. Don King subió y abrazó a Durán muy sonreído. Esto fue tomado por algunos como una demostración de que las cosas estaban preparadas para el panameño. La decisión fue un poco confusa al principio. Se dijo que era dividida.
No obstante, después, se aclaró que era unánime y que el ganador era Roberto Durán. La puntuación fue así: Harry Gibbs (referee de la pelea entre Wilfredo Gómez y Carlos Zárate) votó 145-144; Angelo Poletti (referee año y medio después, de la 2da pelea entre Arguello y Escalera) 148-147 y Raymond Baldeyrou 146-144. Todos, obviamente, por Durán. Luego se supo que el Sr Poletti votó 10 rounds empate.
Esta votación originó que los organismos mundiales del boxeo sugirieran a los jueces, evitar los asaltos empatados. Con el tiempo esta sugerencia se ha convertido en obligación. Este triunfo proyectó al peleador panameño a las alturas de la historia del boxeo. Leonard conservó su dignidad, por su valiente demostración. Lo que pasó después, es harto conocido. Lo cierto es que, a 35 años de aquella bárbara pelea, el boxeo la sigue recordando como un hito en la historia del rudo deporte. Gloria a “Mano e Piedra” Durán y a “Sugar” Leonard.
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